Carta Pastoral N° 1
Mariano José Parra Sandoval
Obispo de Ciudad Guayana
A mis Sacerdotes,
Diáconos, Religiosas y Religiosos, Seminaristas,
Movimientos de Apostolado y Pueblo de Dios en
general
Nueve
meses han transcurrido desde el día de mi arribo a estas hermosas tierras de
Guayana como su Cuarto Obispo. Han sido nueve meses de un fructífero contacto
con este pueblo que Dios me ha encomendado y con el Plan Diocesano de
Renovación. En ellos he podido palpar las angustias y las alegrías, los
triunfos y los fracasos, los obstáculos y las victorias que como Iglesia
Diocesana han vivido en estos últimos cinco años, a partir de la memorable
concentración diocesana en el Polideportivo Cachamay, con mi predecesor el
Excmo. Sr. Ubaldo Santana Sequera, que en esa oportunidad le ofreció al Señor,
en nombre de todo el pueblo, la primera programación de este Plan. Después de
recorrer cada una de las parroquias, rectorías y vicarías que componen nuestra
diócesis y luego de haber participado en la Evaluación del Plan Diocesano por parte
de todos los Agentes de Pastoral de esta Iglesia, quiero dirigirme a Ustedes
como Pastor de esta Iglesia particular, a fin de expresarles mis primeras
impresiones y las líneas generales de pastoral que debemos seguir todos en
nuestra nueva etapa diocesana. Me he encontrado con una Iglesia local que, en
medio de las vicisitudes propias de toda labor de hombres y en medio de sus
defectos, virtudes, esfuerzos, logros y fracasos, puede descubrir la presencia
amorosa del Padre Bueno que camina con sus hijos hacia la morada definitiva.
Tengo
que confesarles que desde el primer momento que conocí este Plan Diocesano me
convencí de que éste es el estilo de Iglesia que Dios quiere que se viva en
esta época. Un estilo de Iglesia que ya el Concilio Ecuménico Vaticano II propone en su Constitución Lumen Gentium y
que encontramos en todos los documentos papales y de los Obispos de América
Latina.
Por
otro lado la realidad del país ha cambiado mucho en estos últimos meses y nos
encontramos viviendo una profunda crisis que ha repercutido en todos los
ámbitos de nuestra querida patria y, por supuesto, en la realidad social de
esta Iglesia local. Esta crisis representa para nosotros muchos desafíos, a
veces arduos e inesperados, pero, que nos exigen una respuesta.
Por
este motivo es necesario que hagamos una profunda reflexión en nuestro papel
como Iglesia frente a lo vivido en estos últimos años de experiencia pastoral y
frente a la realidad inquietante de nuestra sociedad.
1.
- LOGROS ALCANZADOS EN ESTA PROGRAMACIÓN BIENAL
En estos dos
últimos años y a consecuencia de nuestro Plan Diocesano, nos encontramos, que
se ha despertado en nuestro pueblo un profundo sentido de participación e
integración, que se ve de manera especial en el renacimiento de nuevas
Comunidades Eclesiales de Base, que fomentan la unión, la fraternidad, el
compromiso y la integración en general, fomentando encuentros interpersonales,
diálogo, acercamiento y comunicación. Esto ha permitido a su vez, que se
despierte un mayor entusiasmo por el trabajo organizado. Especial mención
tendríamos que hacer con respecto a los jóvenes que se han integrado mas en sus
parroquias, buscando un enriquecimiento espiritual para descubrir su propia
vocación.
El enunciado
del objetivo de la Fase del Plan que concluimos, repetido en diversas
oportunidades por las comunidades, nos ha permitido sensibilizar a nuestro
pueblo en el valor y respeto a la dignidad de las personas, despertando una
inquietud por conocer la Doctrina Social de la Iglesia y preocupación por
nuestros indígenas y campesinos y por los problemas sociales que se viven en
nuestra sociedad. En estas circunstancias álgidas de nuestra sociedad es
importante este logro, que despierta la sensibilidad y el compromiso social del
cristiano.
La organización, a través de las estructuras
de participación, ha facilitado el alcance de las metas que se han planteado,
especialmente, algunas comisiones diocesanas. Los equipos zonales y sectoriales
se han reforzado. Especial mención debemos hacer de las siguientes comisiones
diocesanas: Catequesis, que ha dado pasos hacia la implementación de los
itinerarios; la Pastoral Familiar, que ha incorporado al Movimiento Familiar en
el Plan Diocesano; la Pastoral Social y la Vicaría de Derechos Humanos “Humana
Dignitas”, que han adquirido respeto ante las instancias gubernamentales. Aun
cuando no existe una Pastoral Juvenil orgánica diocesana, sin embargo, existen
grupos juveniles en la mayoría de las parroquias.
Los agentes han tomado más conciencia del
trabajo en equipo y de la promoción de las relaciones interpersonales; lo que,
a su vez, ha llevado a los catequistas, por ejemplo, y a otros agentes, a estar
más motivados y cambiar de mentalidad frente al trabajo. Se ha despertado una
gran motivación para formarse mejor. Hay que resaltar de igual manera que se
nota un esfuerzo en los agentes por conocer y vivir la Espiritualidad
comunitaria que propicia el Plan Diocesano.
Como dije al comienzo, esta evaluación, unida a la
realidad concreta que vivimos en nuestro país en estos momentos, nos hace tomar
conciencia de los retos que para los próximos años se nos plantean.
Considero que el conocimiento y la asimilación del
Plan Diocesano por parte de todos los agentes de pastoral constituyen un
inmenso reto. Es imposible obtener los logros pastorales que nos hemos
propuesto si no hacemos de él, parte esencial de nuestro compromiso como
Iglesia local. Hay que reconocer que la gran mayoría de los agentes se
encuentran entusiasmados trabajando dentro de estos parámetros; sin embargo, es
un reto que no podemos olvidar: el logro de que todos se incorporen al
Plan.
En esta sociedad tan dividida, plagada de
odios, rencores y egoísmos, se nos presenta el inmenso reto de vivir el mandamiento
del Señor, que en nuestro Plan Diocesano, se expresa en el Objetivo de esta
primera fase de esta primera Etapa. Estamos
llamados a formar comunidad y hay que reforzar el primer paso de crear
“espacios de encuentro interpersonal”.
Teniendo en cuenta la situación social que vivimos
en nuestro país, considero que otro reto que no podemos eludir es la formación
de nuestros bautizados, tanto en el conocimiento de la persona de Jesús y de su
Evangelio, como en sus exigencias sociales. Por lo tanto se constituyen en reto
para nosotros la Evangelización, la Catequesis y la enseñanza de la Doctrina
Social de la Iglesia.
Finalmente, en la evaluación realizada se plantea
que es también un reto que debemos afrontar, el aspecto económico, pues, para
implementar el Plan son muchas las deficiencias de recursos.
3. RESULTADO DE LA EVALUACIÓN
Después de haber escuchado al Colegio de
Consultores y haberle rogado al Señor en la oración que nos iluminara con su
Espíritu, he llegado a esta conclusión:
Hemos logrado en un gran porcentaje el Objetivo que
nos propusimos para esta Primera Fase de la Primera Etapa de nuestro Plan
Diocesano; por lo que debemos pasar a la siguiente Fase; pero como no hemos
alcanzado el objetivo en su totalidad, invito a tomar todo este año para
reforzar las estructuras de participación y reflexionar de cara a conocer,
asumir y practicar los siguientes temas: opción fundamental, criterios de
acción, espiritualidad comunitaria, eclesiología del Concilio Vaticano II y
Documentos del magisterio latinoamericano, funciones del EDEC, EPAP y
Comisiones Diocesanas.
4. - ORIENTACIONES Y SUGERENCIAS PARA LA PROXIMA
PROGRAMACIÓN.
Considero en primer lugar, que es necesario crear y
fortalecer la Comisión de Pastoral de Multitudes, con
representantes zonales, que elaboren la programación enfatizando las
actividades parroquiales y zonales, sin dejar de lado una o dos diocesanas.
Quizás sería bueno crear subcomisiones zonales. Invito a esta comisión a
revisar además la programación, de tal manera de que se determine cuáles son
las fiestas religiosas que tienen mas aceptación en nuestro pueblo.
En cuanto a las Comunidades de Base es
necesario que la Vicaría de Pastoral haga un estudio más profundo de ellas que
le permita conocer y valorar la experiencia que tienen en esta diócesis a fin
de encontrar caminos de enriquecimiento mutuo. Recordemos que esta experiencia
es la meta hacia donde debemos ir como Iglesia, según nuestro Plan Diocesano.
La Pastoral Familiar debe redefinir su ser y
su quehacer, partiendo de un diagnóstico de nuestra diócesis, de cara a que la
evangelización de nuestras familias parta de la vivencia de ellas mismas. Es
importante utilizar para esto situaciones concretas como: bendición de
aniversarios matrimoniales, abrazo en familia, bendición de hogares,
entronización de la Biblia, presentación de los recién nacidos, etcétera
Inmensa preocupación tengo con respecto a la Pastoral
Juvenil. Es necesario crear, organizar y luego, fortalecer esta comisión;
de tal manera que ella logre encontrar las vías adecuadas para responder a la
problemática de nuestra juventud. La Pastoral Juvenil tiene una gran
importancia en la Pastoral Vocacional
y ésta, a su vez, es urgente para nuestra Iglesia local.
En cuanto a Comisión
de Catequesis quisiera invitarlos a que continúen ayudando a toda la
Diócesis en la profundización y concretización de los pasos necesarios para
implementar los itinerarios catequísticos. Recordemos que éste es un programa
no sólo diocesano, sino que a nivel nacional y aún mundial se está
implementando. “Habrá que procurar que se integren con acierto las diversas
etapas del camino de la fe, procurando de modo particular que la catequesis de
infancia encuentre armónico complemento en las etapas posteriores.” (Directorio
General para la Catequesis, 171) “La catequesis debe ofrecerse como un
itinerario permanente de fe, metodológicamente elaborado, que acompañe a la
persona durante toda su vida.” (Plan de Renovación Diocesana)
De igual manera, las otras comisiones que componen
el nivel de Servicios Pastorales
deberán revisar las normas para la
recepción de los sacramentos, buscando facilitar la implantación de los
itinerarios catequéticos.
La Comisión
de ERE deberá intensificar la formación de los docentes que imparten la
Educación Religiosa Escolar en nuestras escuelas y buscar las estrategias para
formar la Comisión Diocesana de Educación, que abarque todo el ámbito educativo
en nuestra Iglesia local.
De nuevo, si partimos de la realidad social tan
crítica que vivimos, tenemos que insistir en nuestro trabajo como Iglesia en la
Pastoral Social de la Diócesis. Por
eso invito a esta comisión que haga una profunda revisión de si misma con el
fin de conseguir una mejor organización que pueda ofrecer respuestas efectivas
a las necesidades de nuestro pueblo.
Finalmente, invito a los Coordinadores de Zona y al EDEC para que en comunión conmigo, como
Pastor de esta Iglesia Local, revisemos las comisiones que están en el plan,
pero, que no están funcionando, a fin de definir si son necesarias en estos
momentos y ver si hacen falta otras, que no existen. Entre ellas cabe destacar
la Comisión de Formación que debe unificar criterios y esfuerzos para dar
respuesta a la necesidad de formación de los agentes de pastoral, planteada en
esta última evaluación.
5.-
CONCLUSION.
Queridos hijos e hijas, como les dije en un
comienzo, debemos hacer nuestro este Plan diocesano de Renovación Pastoral. Con
mucho entusiasmo y responsabilidad
implementemos en cada una de nuestras parroquias este estilo de Iglesia.
Ya el Concilio Vaticano II ve en la experiencia comunitaria de la Iglesia
primitiva el modelo y clave de la renovación eclesial. Que este año, que
estamos dedicando a profundizar algunos temas fundamentales para el logro de
los objetivos que nos hemos propuesto y a fortalecer las estructuras
participativas del plan, sean un tiempo de profundo compromiso que nos permita
pasar a la siguiente fase el próximo año.
Recordemos las palabras del Santo Padre en la Novo
Milenium Ineunte: “Duc in altum” (Lc. 5,4). Si a la Iglesia Universal, nos dice
el Santo Padre, se le abre “una nueva etapa en su camino”, a nosotros, Iglesia
Diocesana, se nos concede un momento especial de Gracia para abrirnos con
confianza al futuro. Con el Santo Padre les recuerdo: “Es preciso ahora
aprovechar el tesoro de gracia recibida, traduciéndola en fervientes propósitos
y en líneas de acción concretas.” (NMI 3)
A esta hermosa y trascendental tarea quiero
invitarlos a todos Ustedes, para que unidos como Iglesia que peregrina en estas
hermosas tierras guayanesas, atentos y a la escucha de la Palabra de Dios,
unidos en comunión fraterna y en la “fracción del pan”, hagamos presente el
Reino de Dios en medio de nuestro pueblo. ¡Caminemos con esperanza!
Que la Santísima Virgen María, la Purísima
Concepción, nos acompañe y guíe hasta su Hijo Jesucristo para que dóciles a su
Espíritu vivamos un nuevo Pentecostés en nuestra Iglesia diocesana.
Los bendigo de todo corazón con afecto paternal.
En Ciudad Guayana, a los 19 días del Mes de Mayo de
Dos Mil Dos.
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