DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
MARIANO JOSÉ PARRA SANDOVAL
OBISPO DE CIUDAD GUAYANA
A los Sacerdotes, Diáconos Permanentes,
Religiosos y Religiosas, Seminaristas, Catequistas, Comunidades Cristianas
Parroquiales y todos los fieles católicos de esta Iglesia Particular
Que la Paz del Señor Resucitado esté con
ustedes y su Gracia viva en el corazón de cada uno.
Al Señor Jesús se le conmovían las entrañas al ver el dolor de los
pobres y los enfermos. De su Corazón traspasado por el Amor nació la Iglesia y
–desde entonces- también ella cura las heridas de los que sufren, de los
excluidos y de los empobrecidos de la tierra. Por eso el Concilio Vaticano II
nos recuerda:
“Los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no
encuentre eco en su corazón. (…) La Iglesia por ello se siente íntima y
realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1).
Nosotros, Obispo y sacerdotes, como legítimos sucesores y colaboradores
de los apóstoles estamos en la obligación de iluminar las realidades más
dolorosas de nuestro pueblo. Y una de ellas
es la que está atravesando nuestra región con las empresas básicas. Con esta
Carta Pastoral, en el espíritu del Concilio Vaticano II, queremos aportar los
criterios morales imprescindibles, que partiendo del mismo Evangelio y de la
Doctrina Social de la Iglesia, nos puedan ayudar a solucionar esta grave situación. De estos
principios orientadores deben nacer propuestas técnicas y profesionales, pero
éstas ya son responsabilidad de los laicos correctamente preparados.
EL FUTURO DE GUAYANA ESTÁ
AMENAZADO
Esta es la conclusión dramática que sacamos a la luz de los datos
oficiales sobre nuestras empresas básicas. La caída de la producción, el
deterioro de las instalaciones, la pérdida de proveedores y compradores
confiables,… son indicadores que nos alertan de un daño estructural que está
sufriendo nuestra principal industria.
Pero lo más grave es lo que atenta contra los propios trabajadores,
sobre todo, la pérdida de algunos de sus
derechos laborales, conquistados con años de lucha, y la división provocada
entre los mismos obreros. No podemos ser indiferentes ante la violencia que se
está ejerciendo contra muchos de ellos: violencia física, psicológica y
laboral. Violencia que, a veces, se ha llegado a ejecutar por grupos ajenos a
las empresas básicas, intentando enfrentar a trabajador contra trabajador, a
sindicato contra sindicato, a pueblo contra pueblo.
La pregunta que –desde hace tiempo- está en la mente de muchos
guayacitanos es: ¿se trata de simple incompetencia gerencial y corrupción? O ¿detrás
de este caos hay un plan premeditado para deshacerse de las empresas básicas
poniéndolas en manos del mejor postor, echándole la culpa a los propios obreros
a los que se les encargó su control?
Sea cual sea la respuesta, todo conduce a que por este camino nuestras
empresas básicas dejarán de ser la fuente principal de trabajo de Guayana y,
por tanto, nuestra región enfrentará una dura crisis que nos afectara a todos.
En nombre de Dios, pedimos a todos una rectificación seria, consensuada y
planificada. Todavía estamos a tiempo y como Iglesia proponemos algunos
principios sobre los que debe orientarse este cambio de rumbo.
FUNDAMENTOS MORALES PARA UN
CAMBIO DE RUMBO
1. La Solidaridad: este es el principal valor aportado por el
Movimiento Obrero; dicho Movimiento –de profundas raíces cristianas- vivió la
Solidaridad como compartir hasta lo necesario para vivir, poniendo los
problemas de los otros por encima de los propios. En la solución de esta crisis
debe primar la lucha por el pleno empleo, el reconocimiento de los derechos de
los llamados terciarizados y el rechazo del corporativismo, la burocracia y la
corrupción. Les aliento a buscar el bien común, aunque para eso tengamos que
perder nuestros privilegios a favor de los desempleados. Es el camino que nos
enseña Jesús: “El cual, siendo de
condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se
despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los
hombres.” (Fil 2, 6ss.)
2. El protagonismo y la unidad de los trabajadores: sin estos dos fundamentos tampoco puede haber
solución al problema. El protagonismo obrero exige la independencia respecto a
todo interés partidista y monetario; tiene que ser totalmente autónomo del
gobierno de turno. Los obreros deben unirse, más allá de su afiliación, para
salvar las empresas básicas y para gerenciarlas de tal manera que sigan
promoviendo puestos de trabajo. No hacerlo es suicida: todos perderemos.
Creemos que la división que hoy existe entre los propios trabajadores está
siendo provocada desde fuera para conseguir turbios intereses.
3. El diálogo y el respeto: principios básicos de la no-violencia. Las
diferencias son legítimas y colaboran a la solución de los problemas, siempre y
cuando partamos de respetar la dignidad de los otros y entrar en diálogo
sincero con ellos. Hay que rechazar contundentemente la violencia, la
intromisión de grupos armados y de personas que desconocen la problemática de
las empresas básicas. La descalificación, la mentira y las amenazas están
impidiendo la salida de esta crisis.
CONCLUSIÓN
Por último, la Iglesia Católica y en particular mi persona como Obispo
de Ciudad Guayana, además de seguir orando, nos ofrecemos como parte mediadora
en este grave conflicto que está viviendo nuestra región. Proponemos abrir una
mesa de diálogo y trabajo en el que, a partir de un diagnóstico objetivo, se
escuchen todas las propuestas de solución y caminemos juntos en la superación del
problema. Estamos ante una oportunidad histórica: las crisis son también
posibilidades de avanzar hacia un futuro mejor. Pero o avanzamos juntos o nos
hundimos todos.
Los invito a poner en manos de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado esta
problemática y pedirle a nuestra Patrona, La Inmaculada Concepción del Caroní,
interceda ante su Hijo para que esta grave y crítica situación pueda encausarse
hacia una solución que nos beneficie a todos pero, de manera especial a
nuestros obreros y obreras.
Los bendigo de todo corazón
con afecto paternal.
En Ciudad Guayana a los 29 días del mes de mayo de 2011.
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