FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN
miércoles, 30 de marzo de 2016
“La misericordia es la que cambia el corazón y la
vida, la que puede regenerar a una persona y permitir
que se reintegre de forma nueva en la sociedad''.
PapaFrancisco.
La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), ante los
sucesos ocurridos en el centro penitenciario conocido como David Viloria, ubicado en el
sector Uribana del Estado Lara, el miércoles 26 de Noviembre del 2014 en el que
perdieron la vida por ahora treinta y tres (33) privados de libertad y donde hay más de 145
afectados, quiere manifestar una vez más sus sentimientos, preocupaciones y exigencia.
Sentimientos:
Nos duele: La muerte de seres humanos Venezolanos recluidos en instituciones
resguardadas por el Estado, y la de tantos otros que dentro y fuera de los centros penales
son víctimas de la espiral de violencia. Nos unimos al dolor de las familias de los que han
muerto, las acompañamos con nuestra oración a Dios Padre compasivo que quiere que
todos sus Hijos tengan Vida y Vida en abundancia (cf Jn 10,10).
Sentimos verdadera preocupación:
Que los recintos penitenciarios, lejos de ser centros formativos de reinserción social, son
más bien lugares de hacinamiento, violencia, castigo y represión que deteriora aún más a la
persona privada de libertad.
Exhortamos
- Al Estado: para que inicie inmediatamente una investigación completa que clarifique las
circunstancias que rodearon las muertes e intoxicaciones de la población Privada de
libertad. Se informe rápida y verazmente a los familiares y al país de la situación, con
miras a que la familia calme la tensión que han vivido las últimas 72 horas producto del
desconocimiento del paradero de sus familiares.
- Al Poder Judicial: la aplicación de la justicia para agilizar la mora judicial, eliminar la
impunidad y los malos tratos en los recintos penitenciarios.
-Al Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario de Venezuela: que se
comprometa de manera más decidida a solucionar la grave crisis penitenciaria existente y
se tomen todas las medidas necesarias para la no repetición de estos hechos y para la
garantía efectiva de todos los derechos humanos de las personas privadas de libertad bajo
custodia del Estado venezolano.
- A todas las Iglesias y en especial a la Iglesia Católica: les pedimos su oración por los afectados en los recientes sucesos de Uribana, así como por todos los que padecen la violencia carcelaria en la rutina de cada día. Igualmente hacer una reflexión comunitaria sobre el valor de la Vida y la responsabilidad del Estado en reconocerla y cuidarla.
Reiteramos la petición de:
Permitir el trabajo de la Pastoral Penitenciaria para que puedan promover una pastoral de prevención y acogida al interno de los centros penales, así como en el entorno familiar.
La ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas. Este tratado internacional establece la creación de un mecanismo nacional de prevención, que pueda realizar visitas de supervisión a los centros de detención del país y recomendar medidas para mejorar las condiciones y el respeto a los derechos humanos en el sistema carcelario.
En Caracas, a los 28 días del mes de Noviembre 2014
+ Mons. Roberto Luckert León
Presidente de la
Comisión de Justicia y Paz de la CEV
Carta Pastoral N° 8
DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
MARIANO
JOSÉ PARRA SANDOVAL
OBISPO
DE CIUDAD GUAYANA
A los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas,
Diáconos Permanentes, Seminaristas, Catequistas, Comunidades Cristianas
Parroquiales, todos los fieles católicos de esta Iglesia Particular y a todas
las personas de buena voluntad.
Salud y bendición al inicio de este nuevo año 2016. Que el Señor, que
nació pobre, excluido y débil en un portal de Belén. nos bendiga y nos acompañe
en este Nuevo Año en el cual el Papa Francisco nos convoca a la celebración del
Año Santo de la Misericordia.
Con esta carta pastoral quiero invitarlos a todos a reflexionar sobre lo
que esta celebración significa para cada uno de nosotros a fin de
comprometernos de lleno en vivir la misericordia en nuestra Iglesia Diocesana.
Y para eso es necesario que volvamos nuestra mirada a la realidad que vivimos
en nuestro país.
Triste y agobiante realidad
"Al ver a la muchedumbre,
Cristo sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas
que no tienen pastor" (Mateo 9,36)
1.-“Vejados y abatidos”. Difícilmente se pueden encontrar otros
calificativos que definan mejor la situación actual de las familias
venezolanas: Vejación o humillación es lo que experimentan las madres que
tienen que hacer colas interminables para conseguir algo de alimento para sus
hijos. Colas en las que se induce al enfrentamiento del pueblo contra el
pueblo. Vejación es lo que sufren los trabajadores de nuestra tierra cuando a
cambio de largas jornadas de sudor reciben un salario que no les garantiza una
vida digna. Al día de hoy, hacen falta más de siete salarios mínimos para que
una familia tipo se pueda sostener dignamente.
2.-Vejación es lo que vivimos todos los venezolanos cuando vemos el
progresivo deterioro de los hospitales, el calvario que supone conseguir
cualquier medicina, el colapso de casi todos los servicios públicos; es la
educación deficiente que se imparte en nuestras escuelas y liceos. Una gran
mayoría de estas instalaciones se encuentran en una deplorable ruina, con
muchas deficiencias pedagógicas y sin materiales.
3.-Vejación es el abatimiento que se ha adueñado de nuestro pueblo
porque los padres no saben si sus hijos regresarán a casa o caerán asesinados
en cualquier esquina. Venezuela se ha convertido en los últimos años en el
segundo país más violento del mundo. Vejación es la esclavitud infantil, que
afecta a varias decenas de miles de niños venezolanos que no pueden estudiar pues
deben dedicarse a trabajos forzados. A ella hay que sumar otras esclavitudes
modernas, como la trata de mujeres. Vejaciones son las múltiples
violaciones a los derechos humanos, como
son las represiones contra las manifestaciones pacíficas o la existencia de
presos políticos y las represalias contra personas e instituciones disidentes.
4.-Todo esto ha llevado a una descomposición social nunca vista en
nuestro pueblo, que tiene su rostro más evidente en la corrupción que lo
impregna todo: desde las más altas esferas del poder hasta las relaciones
cotidianas están signadas por este pecado social. Algunos expertos hablan ya de
que Venezuela se parece cada día más a un "Estado fallido" en el que
las instituciones democráticas lejos de cumplir su función, amparan a la misma
corrupción que imponen por la ley de la violencia y el amedrentamiento.
5.-Nosotros, como Iglesia, no podemos silenciar tanto dolor, tanto
abatimiento porque son muchos los que nos miran esperando una palabra de
aliento y compasión.
.
6.-San Juan Pablo II hablaba de una cultura de muerte, caracterizada por
una verdadera guerra de los poderosos contra los débiles. Francisco añade que
se trata de una cultura del descarte en la que se elimina a los que no son
útiles según la mentalidad materialista que hoy predomina en el mundo, incluida
Venezuela.
7.-Sin embargo, Jesucristo eligió a los más pequeños y pobres para ser
los depositarios de su Buena Nueva (Lc.4, 18 ss.) y convertirlos en sacramento
de su presencia (Mt 25, 31-46) y jueces de nuestras vidas personales y
colectivas. Ellos son el verdadero tesoro de la Iglesia y el camino para llegar
a Dios.
No habrá solución mientras no
ataquemos las verdaderas causas del problema
8.-En repetidas ocasiones la Iglesia, siguiendo la Verdad Revelada, nos
indica que no debemos quedarnos sólo con los hechos o manifestaciones del mal,
sino que hay que conocer sus causas para luchar contra ellas. La Conferencia
Episcopal Venezolana, desde hace años, nos ha aportado mucha luz en el análisis
de las causas de los problemas de nuestro pueblo. Teniendo en cuenta esto y lo
que vamos descubriendo con nuestras propias comunidades cristianas, nos damos
cuenta de que entre las principales causas de estos males están las siguientes:
9.-Una crisis moral, cultural y
espiritual. Los venezolanos hemos ido optando por formas de vida personal y
colectiva cada vez más alejadas de la ley natural y del Evangelio de Jesús. Y
toda opción tiene sus consecuencias. Hemos elegido vivir de acuerdo a patrones
materialistas, hedonistas e individualistas; nos hemos dejado seducir por la
mal llamada viveza criolla o corrupción, el facilismo, la violencia, el consumo
de alcohol y de drogas, la destrucción y ausencia-negación de la familia. Las
últimas generaciones de venezolanos tienen introyectadas estas pautas de
comportamiento, lo cual supone que el corazón de nuestra sociedad está
gravemente enfermo.
10.- El problema económico que vivimos no viene por la caída abrupta de
los precios del petróleo -lo cual sólo ha acelerado la descomposición- sino por
la incapacidad manifiesta en la gerencia de los asuntos públicos y la
corrupción que permea toda nuestra sociedad.
11.-Como venezolanos, y máxime como cristianos, tenemos que enfrentar
nuestros males seculares. Desde principios del siglo XX, Venezuela siguió un
modelo de desarrollo basado en la renta petrolera y en el desprestigio de la
cultura del trabajo y la honradez. Tampoco hicimos nada por cambiar una
estructura social terriblemente injusta, donde una minoría podía tener un tren
de vida absolutamente escandaloso despilfarrando los bienes patrios, mientras
la mayoría tenía que trabajar para ellos en medio de la miseria y la
humillación. Esto fue el caldo de cultivo para el populismo. Sin cambiar estos
males atávicos saldremos de un problema y nos meteremos en otro.
12.-De esto se deduce que el objetivo es construir un futuro inmediato
distinto también al pasado. La solución la tenemos entre todos, sin volver a
confiar en mesianismos políticos. Para lo cual hay que aprender tanto de lo que
de Solidaridad hay en nuestra historia, como
también de otras experiencias de pueblos que han luchado pacíficamente
para vencer la explotación y construir Justicia. Pero, el centro de la nueva
estructura social y política tienen que ser los más pobres, los que llevan el
peso de esta y de todas las crisis. Cada medida, cada paso, cada decisión que
se tome tiene que estar condicionada por esta premisa.
13.-Entre este conjunto de causas de nuestros males, hay una que nos
afecta como Iglesia de Jesús. Tenemos que ser autocríticos: ¿qué hemos hecho
los católicos en las últimas décadas? Creo que no lo suficiente para provocar
un cambio sustancial de la sociedad, tal y como nos demandan la multitud de
pobres que se sienten como ovejas sin pastor. Sobre todo porque en Venezuela no
hemos formado un laicado adulto y organizado que cumpla con su misión específica
que es transformar las realidades temporales, tal y como indica el Vaticano II
y todo el Magisterio posterior. Seguimos teniendo comunidades
hiperclericalizadas, centradas en temas intraeclesiales, que no responden a la
tarea que el Papa Francisco ha pedido a la Iglesia. El laicado venezolano ha
sido formado para ser un auxiliar del clero y esto no es lo que enseña el
Evangelio ni la Iglesia.
Tiempo de Gracia, tiempo de
Misericordia
14.-"Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para
bien de los que le aman" (Romanos 8, 28). Esta verdad revelada no es una
invitación a la desidia o a la pasividad. Con ella, el Espíritu Santo nos está
diciendo que en todo debemos descubrir la presencia amorosa de Papá Dios y un
llamado específico. Esta hora aciaga para nuestro pueblo también es tiempo de
Gracia, es oportunidad para construir un futuro distinto y en Comunión, es
interpelación al compromiso activo del laicado venezolano.
15.-No somos "profetas de desgracias" sino anunciadores del
nuevo amanecer. Animados por el Papa Francisco que ha convocado el
"Jubileo extraordinario de la Misericordia" y siguiendo algunas de
las indicaciones de su Bula "Misericordiae Vultus", considero que
debemos llamar no sólo a los católicos, sino a toda persona de buena voluntad,
más allá de la ideología o religión que tenga, para unirnos en un conjunto de
acciones básicas que proponemos para la renovación de Venezuela y Guayana:
16.- “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” nos dice el
Papa Francisco. Desde el comienzo de la historia de la salvación Dios se nos
presenta como “compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y
fidelidad” (Ex. 34,6). Y en medio de este panorama no muy halagador, se
convierte el Señor en “fuente de alegría, de serenidad y de paz”. Y en medio de
estas circunstancias tan dolorosa de nuestro pueblo, la Iglesia “Esposa de
Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de
la severidad”. (San Juan XXIII.- Discurso de Apertura del Conc. Vat. II) El
bálsamo de la misericordia debe llegar a todos, creyentes y lejanos, “como
signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros” (MV 5). La
misericordia no es algo abstracto sino una realidad concreta con la cual Dios
Padre “revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven
en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo”. Por lo tanto, la
misericordia debe convertirse “en el
criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos” (MV 9).
17.- Quizás alguno puede pensar que
en estos momentos es más importante trabajar por la justicia y que no es el
momento para la misericordia. El Papa Francisco nos dice al respecto: “No será
inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos
momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que
se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… Ante
la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo
las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran don de
la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la
salvación.”(MV 20) “La
misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento
de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para
examinarse, convertirse y creer.” (MV 21)
Nuestro
Compromiso
18.- Ante todo esto los invito en
este año Santo de la Misericordia a concretizar esta realidad de nuestra fe en
los siguientes puntos:
19.-Conversión personal y
comunitaria. Proponemos que todos los creyentes intensifiquemos nuestra
súplica a Dios por la renovación de nuestras vidas y de nuestro pueblo. Pidamos
un cambio sustancial, que llegue al
abandono de todo lo que ofende al Señor. “Para ser capaces de misericordia,
entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de
Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra
que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y
asumirla como propio estilo de vida.” (MV 13)
20.- Aquí quisiera proponerles las palabras del Papa Francisco a fin de
que sean reflexionadas individual y comunitariamente: “Mi invitación a la
conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se
encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por
vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios
que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la
terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el
resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos
el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad.”
(MV 19)
21.- “La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o
cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave
pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida
personal y social.” (MV 19)
22.-Poner en el centro de la vida
personal, familiar y social a las víctimas que hemos generado: los
desempleados y los explotados, los niños esclavos (mal llamados trabajadores),
las familias a las que les han asesinado un familiar, las madres que hacen
colas, los jóvenes atrapados en cualquier tipo de dependencia...A nivel familiar,
comunitario y político, toda decisión que se tome debiera estar encabezada por
esta pregunta: ¿esto sirve a los pobres o se sirve de los pobres? Y obrar en
consecuencia.
23.- Francisco nos dice: “En este Jubileo la Iglesia será llamada a
curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a
vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida
atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que
anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye.
Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos
hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar
su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a
nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y
de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la
barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la
hipocresía y el egoísmo.”(MV 15)
24.- Pido a todos los párrocos creen la Caritas Parroquial y que éstas organicen
bancos de ropa, comida, medicinas y útiles escolares; que promuevan la colaboración
con la Fundación "Me Diste de Comer" que atiende varios comedores
populares en nuestra región, el Asilo de Ancianos y enfermos de SIDA que llevan
las Hermanas Misioneras de la Caridad de Teresa de Calcuta, la Casa Hogar
“Miguel Magone” y la Casa Hogar “Madre Emilia”.
25.- Los invito a dar prioridad a
la lucha contra la violencia y sus causas, para lo cual hay que generar una
cultura de apoyo a estas víctimas, a la vez que denunciar a los responsables
políticos, judiciales y policiales que no hacen nada positivo para acabar con
esta lacra. La violencia nos deshumaniza. Solo aporta a nuestra existencia angustias
aterradoras.
26.-Les pido colaborar y apoyar el trabajo de la Fundación por la
Dignidad Sagrada de la Persona, formada sobre todo por familiares de víctimas
de la violencia. Asistamos a sus actos de denuncia y arropemos con nuestra
fraternidad a los huérfanos y viudas. Promovamos también toda campaña que vaya
en contra de la violencia como la Campaña de "No a la impunidad".
27.-Debemos trabajar por la Defensa
de los Derechos Humanos, que siguen siendo pisoteados hoy como lo fueron en
el pasado. Denunciemos la dilatación de los juicios, la corrupción policial y
judicial, la existencia de presos políticos y sindicales...Como Iglesia
ofrecemos a todos los guayacitanos los servicios de la Vicaría de Derechos
Humanos "Humana Dignitas" que pido se fortalezca con nuevos programas
en este Año Santo.
28.-Los exhorto a Cultivar la
formación de un laicado adulto y organizado que se capacite para vivir su
vocación propia que es "la índole secular" (ChL 15) y no el ser
monaguillo del sacerdote; de este modo, serán protagonistas de los cambios
necesarios para el bien común y no simples espectadores que se dejan llevar por
unos u otros. Le pido a la Escuela de Teología “Agnus Dei” que proyecte la
creación de una Escuela de Doctrina Social de la Iglesia diocesana a partir de
enero de 2016, como herramienta fundamental para esa transformación.
29.-Luchemos contra la corrupción
que invade todos los estratos y ámbitos de la sociedad. Debemos crear una
cultura de tolerancia cero contra este mal endémico de nuestro pueblo que se ha
agravado como nunca en estos últimos años. Me parece importante invitar a todos
los guayacitanos a denunciar cualquier tipo de corrupción y romper el silencio
en el que se amparan los corruptos. Recordemos las palabras del Papa Francisco:
“La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y
avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un
mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos
públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir
a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder.” (MV 19)
30.-Promovamos los cambios sociales
y políticos a través de la organización de los venezolanos; puede ser en
grupos vecinales, culturales, apostólicos o políticos. Lo importante es que
nadie se quede aislado. Una sociedad articulada a través del asociacionismo
activo es la única salida al totalitarismo del Estado y del Mercado. Invito a
todos nuestros fieles y a las personas de buena voluntad a que se organicen en
grupos donde se dialoguen estos problemas y se planteen acciones solidarias.
31.-Considero que hay que exigirle
al Gobierno de la Nación un cambio sustancial en su desempeño. Tiene que
escuchar el clamor de nuestro pueblo y no puede seguir buscando enemigos
externos para justificar los problemas que sufrimos. No podemos aceptar que el
Gobierno vaya a gastar millones de dólares en la compra de aviones de guerra,
mientras hay tantas necesidades vitales en nuestro pueblo y, especialmente, en
nuestros hermanos más empobrecidos.
32.- Pido a la Pastoral Social que a través de sus programas de la
Pastoral Carcelaria y Pastoral de la Salud implementen acciones que permitan
vivir las obras de misericordia con nuestros hermanos enfermos y privados de
libertad.
33.-No son tiempos para la improvisación ni para la desesperación. Son
tiempos de Gracia, de oportunidad para construir la Venezuela que el Señor, la
Historia y los empobrecidos nos están demandando. Les llamo, les urjo, a que en
oración sincera y humilde nos organicemos para luchar contra la cultura del
descarte, que tiene raíces culturales, políticas y económicas, que debemos
estudiar y desenmascarar. De este análisis, guiado por la Doctrina Social de la
Iglesia, nacerán acciones concretas, siempre pacíficas.
Conclusión
34.- Finalmente les comunico los sitios donde se podrá ganar las
indulgencias en este Año Santo de la Misericordia: la Pro Catedral Nra. Sra. de
Fátima, La Parroquia San Buenaventura, la Parroquia San Antonio de Padua de
Upata, la Parroquia Nra. Sra. del Rosario de Guasipati y la Cuasi Parroquia
Jesús de la Divina Misericordia de las Amazonas. De modo excepcional también se
ganarán indulgencias en la Capilla del Monasterio Nra. Sra. de Guadalupe de las
Hermanas Brígidas de clausura.
35.- Agradezco a mis hermanos sacerdotes que expliquen lo que significan
las indulgencias y cómo ganarlas de acuerdo a lo que el Santo Padre nos indica
en su Bula Convocatoria “Misericordiae Vultus”
36.- Pido para todos nosotros la bendición de nuestra patrona la
Inmaculada Concepción del Caroní, Testigo y Animadora de nuestra fe y Madre de
la Misericordia. Junto con ella nos esforzaremos por vivir con entusiasmo,
valor y coraje este Año Santo de la Misericordia a fin de ir creciendo en la
madurez de nuestra fe como es propio de un pueblo llamado a la santidad y así
“podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios”.
Los bendigo de todo corazón con afecto paternal.
En Ciudad Guayana, a los 03 días del mes de Enero de 2016, Segundo
Domingo después de Navidad.
DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
MARIANO
JOSÉ PARRA SANDOVAL
OBISPO
DE CIUDAD GUAYANA
A los Sacerdotes, Diáconos Permanentes,
Religiosos y Religiosas, Seminaristas, Catequistas, Comunidades Cristianas
Parroquiales y todos los fieles católicos de esta Iglesia Particular
“El que beba del agua que yo quiero darle,
nunca más volverá a tener sed.”
(Jn.4, 14)
- Queremos recorrer el camino de la Iglesia
Grandes acontecimientos han llenado de esperanza el caminar de la
Iglesia universal y, en consecuencia, el de la Iglesia Diocesana. Nuestra Iglesia
ha reflexionado en el último sínodo sobre la Nueva Evangelización, celebrado en
el marco del año de la fe. Los padres
sinodales en su saludo final, nos han iluminado tomando el texto evangélico del
encuentro de Jesús con la samaritana y han constatado que “No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaria, no se
encuentre junto al pozo con un cántaro vacío, con la esperanza de saciar el
deseo más profundo del corazón, aquél que solo puede dar significado pleno a la
existencia” (XII Asamblea General ordinaria del Sínodo de Obispos; Mensaje al
Pueblo de Dios).
En esta búsqueda incesante del hombre, La Iglesia desea orientar el
camino y ponerse como Jesús, junto al
pozo de la vida “de los hombres y mujeres
de nuestro tiempo, para hacer presente al Señor en sus vidas, de modo que
puedan encontrarlo, porque sólo el Espíritu es el agua que da la vida verdadera
y eterna” (XII Asamblea General ordinaria del Sínodo de Obispos; Mensaje al
Pueblo de Dios)
También la Iglesia Diocesana, queriendo favorecer
el encuentro con Jesucristo, ha recorrido con el Pueblo de Dios un camino de
renovación pastoral y de evangelización que ha pretendido sensibilizar al
pueblo en la dignidad de la persona humana y la vivencia de la fraternidad.
Luego de una evaluación realizada en las diferentes parroquias tenemos razones
importantes para dar un paso en este proceso de evangelización propuesto en el Plan
Diocesano. Constatamos con alegría el hecho de haber logrado el objetivo
propuesto en esta fase de sensibilización hacia la fraternidad.
Evidenciamos que en el Pueblo en general se vive el valor de la fraternidad, se abren a
las relaciones interpersonales y expresan su solidaridad ante las situaciones
difíciles de forma organizada. Somos conscientes, también, que si algo podría
impedir este crecimiento en la conciencia fraterna, es la violencia impune que
acontece en nuestras ciudades y pueblos. Esta tendencia puede cambiar si
evangelizamos y seguimos sensibilizando al valor de la paz, la fraternidad, el
respeto, la solidaridad, la justicia y ahora la vivencia comunitaria de la fe.
Respecto a la
organización parroquial observamos con agrado que las
parroquias cuentan con al menos 2 o 3 espacios de encuentro
interpersonal donde se vive la espiritualidad de comunión y se comparte la
vida. Las parroquias en su mayoría participan de los encuentros de comunión
planificados por las diócesis y por las zonas pastorales y cuentan con las estructuras de participación
organizadas en mayor o menor grado, lo que favorece que el conjunto del Pueblo
de Dios pueda ser tomado en cuenta, no marginado. Por lo menos un 93% de las
parroquias evaluadas cuentan con la sectorización, con la red de mensajeros
organizada, con el EPAP y se está elaborando y difundiendo la carta a los
cristianos. Aunque en algunas parroquias estas estructuras están en etapa de
conformación.
Refiriéndonos a
los agentes de pastoral, nuestra evaluación arroja que un buen número de estos toman en
cuenta el objetivo de la fase para programar y van asumiendo de mejor manera
las opciones pastorales de la diócesis y los criterios de la acción pastoral
suscritos en nuestro Plan Diocesano para conocerlo mejor y aplicar las
herramientas de la programación. Esto conlleva que se vayan implicando en el
proceso de evangelización y vayan asumiendo, desde sus dones y carismas, el
trabajo organizado por la pastoral de conjunto.
Por todo esto
anunciamos con alegría y esperanza el paso de la segunda fase de
sensibilización a la fraternidad a la tercera fase de sensibilización a la vida
en comunidad.
Exhorto a seguir adelante en el camino
emprendido para que, en el marco de este año de la FE, podamos sensibilizar al
Pueblo de Dios a reunirse en comunidad, ya que solo en ella podemos saborear los valores del Reino. En comunidad profesamos
la Fe en Cristo Jesús y nos alegramos de pertenecer a la Iglesia que es y debe
ser siempre comunidad de Amor en la que todos somos invitados a compartir con
los más necesitados. Queremos hacer realidad en este tiempo de gracia el
objetivo de la Tercera Fase de la Primera etapa del Plan Diocesano: “Los Bautizados de la Diócesis de Ciudad
Guayana, son sensibles a reunirse en
comunidad, a ser y pertenecer a la Iglesia y a compartir con los más
necesitados, haciendo que cada encuentro sea una experiencia de comunidad y
cada uno salga motivado a promoverla con el fin de organizarse en una red de
comunidades y, así, comenzar a saborear los valores del Reino”.
- Los grandes retos que nos plantea la Nueva Evangelización y la
Pastoral de conjunto
¿Qué
debemos hacer en cada parroquia, vicaria y desde cada comisión para vivir esta
fase?
Como
ustedes mismos han hecho notar todavía falta mucho por hacer. Estos son los Retos que debemos enfrentar en el próximo
año y que reclaman de cada uno, una más pronta ejecución:
- En cuanto al Pueblo en general:
·
Motivar encuentros comunitarios donde se confronte la Fe con la vida,
donde las personas se sientan valoradas y acogidas por la Iglesia, donde se
pueda iluminar la realidad con la Palabra.
·
Vencer el ostracismo, el individualismo y la indiferencia, abriéndonos
en un clima de diálogo y acercamiento con la realidad que vive nuestro pueblo.
·
Continuar profundizando en la fraternidad como único camino para vivir
la paz, la justicia y la solidaridad.
·
Prestar una mayor atención a
las familias, donde cada bautizado esta llamado a la primera experiencia de Fe.
(CPV-IMC n°93, PDR/E-MI n° 25)
·
Brindar con atención maternal y espíritu evangélico, las respuesta
adecuadas a los problemas que vive la familia actualmente (divorciados y
vueltos a casar, situación de sus hijos, cónyuges abandonados, parejas que viven
juntas sin casarse), y la tendencia de la sociedad a redefinir el matrimonio (propuesta n°48,
Sínodo de los Obispos). Para ello es prioritario que se organice en cada
parroquia la Pastoral familiar, que vaya mas allá de los cursos
pre-matrimoniales y que desarrolle un programa de acompañamiento a las familias
en todos los ámbitos de su vida
·
Ofrecer oportunidades de encuentro a los grupos de familias en cada
sector de la parroquia, como espacios de iluminación y transformación de la
propia vida en el encuentro con Jesucristo y con ellos promover en cada
parroquia una red de comunidades, donde cada uno es sensible a ser y pertenecer
a la iglesia y a compartir con los más necesitados, tal y como lo expresa el
objetivo de la Tercera Fase de nuestro Plan.
·
Así mismo, desde la Pastoral de Multitudes, estamos llamados a
redescubrir y celebrar la Fe en la Comunidad, como un espacio de crecimiento
del conjunto. Para ello, organícense celebraciones de Pastoral de Multitudes en
todas las parroquias, como una forma de promover el crecimiento procesual de la
fe del Pueblo de Dios y tómense en cuenta y hagan propios los lemas que nos
invitan a vivir un valor determinado cada mes.
- En cuanto a la organización parroquial
Como ya hemos visto a través de la evaluación
del camino recorrido la mayoría de nuestras parroquias cuenta con al menos tres
estructuras de participación y de comunión, dentro de ellas un 93% han
sectorizado, sin embargo, para que la Organización
Pastoral Parroquial sea más efectiva, es necesario que en esta Fase todas las parroquias de la Diócesis:
·
Concluyan el proceso de organización de la sectorización, con la
conformación de los equipos sectoriales
de animación pastoral, quienes serán los garantes de la formación y la
participación activa del Pueblo de Dios en la vida parroquial desde el sector.
·
Consoliden las estructuras de comunicación y participación: el
E.P.A.P., la Red de mensajeros y la Carta a los cristianos de modo que los
Bautizados y el pueblo en general
encuentren cada vez más su lugar de participación y puedan vivir
coherentemente su fe con su vida. En
esto no podemos apelar a la ignorancia o la desorientación pues se han dado
suficiente herramientas para comprender en que consiste cada una de estas
estructuras.
·
Organícense en cada parroquia las comisiones pastorales necesarias
para el acompañamiento y formación del Pueblo de Dios, a fin de ofrecer
oportunidades para el dialogo entre las personas, para escuchar y promover la
Palabra de Dios, para una catequesis orgánica y procesual que inicie a la Fe y
continúe iluminando la existencia de los hombres y mujeres de este pueblo.
Promuévase desde estas comisiones la formación en la caridad, para la oración y
la vivencia gozosa de la Eucaristía
·
Con el fin de anunciar la Buena Noticia de Jesús, todas las parroquias
promuevan el nacimiento de Pequeñas Comunidades o grupos de familias en sus
sectores. Que las mismas sean células vivas y lugares de encuentro personal y
comunitario con Cristo, a través de la profundización de la Palabra de Dios Que
sean instancias privilegiadas para
experimentar las riquezas de la
Liturgia, así como para proporcionar una educación Cristiana, inicial y permanente y
formar a todos los Bautizados en la fraternidad, en la caridad y en la justicia
social, especialmente con los más pobres (propuesta n°26, Sínodo de los
Obispos). De esta manera, las pequeñas comunidades viven una adhesión más
intensa a Jesucristo (CPV-ICM n°79), promueven
la dimensión profética de la vida Cristiana y se transforman en lugares
de evangelización que constituyen una esperanza para la Iglesia universal (EN
n°58), y para la renovación de la
parroquia y de toda la Diócesis.
- En cuanto a los Agentes de
pastoral,
A fin de promover el crecimiento paulatino y
constante de nuestros agentes de pastoral consagrados, favorézcase una pastoral
vocacional integrada a la pastoral juvenil y la pastoral familiar, para que
pueda atender el proceso de maduración de aquellos jóvenes que se sienten llamados a una consagración especial.
De igual forma, reconociendo los Dones con que el Espíritu obra en todos los
Bautizados para la construcción del cuerpo de Cristo, promuévase la preparación
adecuada del agente laico, a fin de que crezca en su compromiso por la
construcción del Reino y, participando de la vida bautismal, se sienta motivado
en su misión de transformar las realidades temporales siendo testigo de
Jesucristo en los ambientes en donde se desenvuelve, siendo corresponsables de
la evangelización (CPV.LCV n° 105-109).
A todos los agentes que con dedicación
trabajan en la obra de la nueva evangelización, en todos los Niveles de la
Acción Pastoral, se les exhorta a:
·
En consonancia con la Iglesia
Universal, vivir el año de la Fe,
redescubriendo, celebrando y promoviendo
encuentros en los que se reconozcan los fundamentos de nuestra Fe, y en los que
promovamos un encuentro más cercano con Jesucristo.
·
Participar activamente en la formación de agentes de Pastoral, con el
fin de profundizar en los aspectos que
nos conducirán a la vivencia del objetivo de la Tercera Fase de la Primera
Etapa de nuestro Proyecto Diocesano de Renovación y Evangelización, con el cual
se persigue que los Bautizados de nuestra Diócesis, sean sensibles a reunirse en comunidad, a ser y
pertenecer a la Iglesia. Organicen los párrocos poder asistir a esta formación
con sus Equipos parroquiales de animación Pastoral y con todos aquellos que
quieran participar.
·
Asumir en las acciones pastorales programadas, la Opción fundamental
de la Diócesis y los criterios para la acción pastoral suscritos en nuestro Plan,
ya que estos son elementos claves para
la programación de cada acción evangelizadora que realicemos con el objeto de
hacer presente el Ideal de Iglesia que soñamos como Pueblo de Dios que
peregrina en esta Diócesis.
·
Mantener un contacto permanente con la Palabra de Dios a través de la
práctica de la Lectio Divina, del estudio del Evangelio, o de cualquier método
que nos permita acercarnos a ella y descubrir allí la voluntad de Dios.
·
En el marco de los 50 años del Concilio Vaticano II, todos los agentes
de pastoral han de promover el estudio sistemático de los documentos del
mencionado concilio y del Concilio Plenario de Venezuela, para descubrir en
ellos la riqueza de una iglesia que se renueva constantemente a la luz del
Evangelio y para que sus propuestas
iluminen la renovación pastoral propuesta de nuestro Plan.
- Desde la Espiritualidad de comunión, camino de santidad
Pedimos encarecidamente a todos
los agentes de pastoral, consagrados y laicos, movimientos, grupos de
apostolado, asociaciones, comisiones diocesanas y todos los que ponen sus
esfuerzos en la construcción del Reino en esta tierra de bendiciones, a que
vivan este proceso de evangelización teniendo como referencia fundamental de la
vida la espiritualidad de comunión que es
la fuerza que mueve la renovación pastoral de la Iglesia Diocesana. Sin
vivir la comunión no podemos dar los pasos necesarios para promover una nueva
evangelización. Vivir la espiritualidad de comunión es vivir movidos por la
fuerza transformadora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. De esta manera
quien evangeliza, ubicándose en esta dinámica espiritual, se ubica también en
el camino de la santidad, pues el que evangeliza y vive la comunión es el
santo.
La vivencia de la Espiritualidad
de comunión nos permitirá entrar en la vida y en las casas de la gente de forma
sencilla y fraterna, reconociendo las semillas del Reino en cada hermano e
iluminando con el Evangelio cada una de sus situaciones. Hagamos accesible a
nuestra gente la experiencia de ser y pertenecer a la comunidad cristiana, a La
Iglesia, “multipliquemos los pozos a los cuales invitar a los hombres y mujeres
sedientos… para posibilitar su encuentro con Jesucristo, ofrecer oasis en los
desiertos de la vida. De esto son responsables las comunidades cristianas y, en
ellas, cada discípulo del Señor. Cada uno debe dar un testimonio insustituible
para que el Evangelio pueda encontrarse con la existencia de todos” (Cita
textual: XIII Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos, Mensaje al
Pueblo de Dios)
EL AÑO DE LA FE Y LAS
INDULGENCIAS.
Todo lo que anteriormente les he
planteado debemos encuadrarlo en la celebración del Año de la Fe al cual nos ha
convocado el Santo Padre. Este ha de ser un año durante el cual acercándonos al
Señor Jesús renovemos y fortalezcamos nuestra fe. Solo el encuentro con el
Señor Jesús nos puede fortalecer nuestra fe. La madurez de la fe se alcanza en
el encuentro personal y comunitario con el Señor. Por esto estamos llamados a
permanecer en un encuentro vivo con Jesucristo. Este encuentro con el Señor es
cercanía con Él.
Por lo tanto quiero indicar para
esta celebración, además de las indicaciones anteriormente dichas, lo
siguiente:
·
Los párrocos deben utilizar el subsidio preparado por la Vicaría de
Pastoral para ser estudiado por todos los sectores y movimientos de las
parroquias.
·
En las reuniones de Agentes de Pastoral procure la Vicaría de Pastoral
que se estudien los principales documentos del Concilio Vaticano II y se
relacionen con los del Concilio Plenario de Venezuela.
·
Los párrocos aprovechen las celebraciones eucarísticas dominicales
para enseñar a sus fieles la doctrina de la Iglesia sobre las indulgencias.
·
Además de las indicaciones generales de la Signatura Apostólica para
beneficiarse de las indulgencias, se podrán ganar en cada parroquia o vicaría
en las fiestas patronales y en las visitas programadas que realicen las
parroquias al Santuario Diocesano de la Inmaculada Concepción del Caroní.
·
Además dispongo que se puedan también lucrar las indulgencias en las
siguientes iglesias: en las Parroquias San Pedro y San Pablo (las Zona III y VI), la Parroquia San Antonio de Padua de Upata
(Zona IV) y la Parroquia Nuestra Señora de Belén en Tumeremo (Zona V).
·
El Año de la Fe lo clausuraremos en la Diócesis el día 8 de Diciembre
del 2013 según programa preparado por la Vicaría de Pastoral.
Pido para todos nosotros la bendición de nuestra patrona la Inmaculada
Concepción del Caroní, Testigo y Animadora de nuestra fe. Junto con ella nos
esforzaremos porque los espacios de participación para la consulta, la toma de
decisiones y la ejecución de las acciones estén organizados, de modo que la
comunidad se vaya educando en la corresponsabilidad y creciendo en la madurez
de su fe como es propio de un pueblo llamado a la santidad.
Los bendigo de todo corazón con
afecto paternal.
En Ciudad Guayana, a los 24 días del mes de Febrero
de 2013, Segundo Domingo de Cuaresma.
+Mariano José Parra Sandoval
Obispo de Ciudad Guayana
DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
MARIANO JOSÉ PARRA SANDOVAL
OBISPO DE CIUDAD GUAYANA
A los Sacerdotes, Diáconos Permanentes,
Religiosos y Religiosas, Seminaristas, Catequistas, Comunidades Cristianas
Parroquiales y todos los fieles católicos de esta Iglesia Particular
Que la Paz del Señor Resucitado esté con
ustedes y su Gracia viva en el corazón de cada uno.
Al Señor Jesús se le conmovían las entrañas al ver el dolor de los
pobres y los enfermos. De su Corazón traspasado por el Amor nació la Iglesia y
–desde entonces- también ella cura las heridas de los que sufren, de los
excluidos y de los empobrecidos de la tierra. Por eso el Concilio Vaticano II
nos recuerda:
“Los gozos y las esperanzas, las
tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no
encuentre eco en su corazón. (…) La Iglesia por ello se siente íntima y
realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1).
Nosotros, Obispo y sacerdotes, como legítimos sucesores y colaboradores
de los apóstoles estamos en la obligación de iluminar las realidades más
dolorosas de nuestro pueblo. Y una de ellas
es la que está atravesando nuestra región con las empresas básicas. Con esta
Carta Pastoral, en el espíritu del Concilio Vaticano II, queremos aportar los
criterios morales imprescindibles, que partiendo del mismo Evangelio y de la
Doctrina Social de la Iglesia, nos puedan ayudar a solucionar esta grave situación. De estos
principios orientadores deben nacer propuestas técnicas y profesionales, pero
éstas ya son responsabilidad de los laicos correctamente preparados.
EL FUTURO DE GUAYANA ESTÁ
AMENAZADO
Esta es la conclusión dramática que sacamos a la luz de los datos
oficiales sobre nuestras empresas básicas. La caída de la producción, el
deterioro de las instalaciones, la pérdida de proveedores y compradores
confiables,… son indicadores que nos alertan de un daño estructural que está
sufriendo nuestra principal industria.
Pero lo más grave es lo que atenta contra los propios trabajadores,
sobre todo, la pérdida de algunos de sus
derechos laborales, conquistados con años de lucha, y la división provocada
entre los mismos obreros. No podemos ser indiferentes ante la violencia que se
está ejerciendo contra muchos de ellos: violencia física, psicológica y
laboral. Violencia que, a veces, se ha llegado a ejecutar por grupos ajenos a
las empresas básicas, intentando enfrentar a trabajador contra trabajador, a
sindicato contra sindicato, a pueblo contra pueblo.
La pregunta que –desde hace tiempo- está en la mente de muchos
guayacitanos es: ¿se trata de simple incompetencia gerencial y corrupción? O ¿detrás
de este caos hay un plan premeditado para deshacerse de las empresas básicas
poniéndolas en manos del mejor postor, echándole la culpa a los propios obreros
a los que se les encargó su control?
Sea cual sea la respuesta, todo conduce a que por este camino nuestras
empresas básicas dejarán de ser la fuente principal de trabajo de Guayana y,
por tanto, nuestra región enfrentará una dura crisis que nos afectara a todos.
En nombre de Dios, pedimos a todos una rectificación seria, consensuada y
planificada. Todavía estamos a tiempo y como Iglesia proponemos algunos
principios sobre los que debe orientarse este cambio de rumbo.
FUNDAMENTOS MORALES PARA UN
CAMBIO DE RUMBO
1. La Solidaridad: este es el principal valor aportado por el
Movimiento Obrero; dicho Movimiento –de profundas raíces cristianas- vivió la
Solidaridad como compartir hasta lo necesario para vivir, poniendo los
problemas de los otros por encima de los propios. En la solución de esta crisis
debe primar la lucha por el pleno empleo, el reconocimiento de los derechos de
los llamados terciarizados y el rechazo del corporativismo, la burocracia y la
corrupción. Les aliento a buscar el bien común, aunque para eso tengamos que
perder nuestros privilegios a favor de los desempleados. Es el camino que nos
enseña Jesús: “El cual, siendo de
condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se
despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los
hombres.” (Fil 2, 6ss.)
2. El protagonismo y la unidad de los trabajadores: sin estos dos fundamentos tampoco puede haber
solución al problema. El protagonismo obrero exige la independencia respecto a
todo interés partidista y monetario; tiene que ser totalmente autónomo del
gobierno de turno. Los obreros deben unirse, más allá de su afiliación, para
salvar las empresas básicas y para gerenciarlas de tal manera que sigan
promoviendo puestos de trabajo. No hacerlo es suicida: todos perderemos.
Creemos que la división que hoy existe entre los propios trabajadores está
siendo provocada desde fuera para conseguir turbios intereses.
3. El diálogo y el respeto: principios básicos de la no-violencia. Las
diferencias son legítimas y colaboran a la solución de los problemas, siempre y
cuando partamos de respetar la dignidad de los otros y entrar en diálogo
sincero con ellos. Hay que rechazar contundentemente la violencia, la
intromisión de grupos armados y de personas que desconocen la problemática de
las empresas básicas. La descalificación, la mentira y las amenazas están
impidiendo la salida de esta crisis.
CONCLUSIÓN
Por último, la Iglesia Católica y en particular mi persona como Obispo
de Ciudad Guayana, además de seguir orando, nos ofrecemos como parte mediadora
en este grave conflicto que está viviendo nuestra región. Proponemos abrir una
mesa de diálogo y trabajo en el que, a partir de un diagnóstico objetivo, se
escuchen todas las propuestas de solución y caminemos juntos en la superación del
problema. Estamos ante una oportunidad histórica: las crisis son también
posibilidades de avanzar hacia un futuro mejor. Pero o avanzamos juntos o nos
hundimos todos.
Los invito a poner en manos de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado esta
problemática y pedirle a nuestra Patrona, La Inmaculada Concepción del Caroní,
interceda ante su Hijo para que esta grave y crítica situación pueda encausarse
hacia una solución que nos beneficie a todos pero, de manera especial a
nuestros obreros y obreras.
Los bendigo de todo corazón
con afecto paternal.
En Ciudad Guayana a los 29 días del mes de mayo de 2011.
Diócesis de Ciudad
Guayana
MARIANO JOSÉ PARRA SANDOVAL
OBISPO DE CIUDAD GUAYANA
“Volvamos a Dios, construyendo
la paz.”
A los Sacerdotes,
Diáconos Permanentes, Religiosos y Religiosas, Seminaristas, Movimientos de
Apostolado y Pueblo de Dios en general,
1. - Hace apenas un mes toda la
comunidad guayanesa se conmocionó por el terrible asesinato del Pbro. Esteban
Wood. Un sacerdote que había abandonado su tierra, su familia y la posibilidad
de una vida más tranquila a sus 68 años, para llevar el Amor de Cristo a los
más necesitados.
2. - Por medio de esta Carta
Pastoral quiero rendir un tributo lleno de cariño y agradecimiento al Padre
Esteban. Él fue como ese grano de trigo del que nos habla el Evangelio, que se
sembró en nuestro pueblo, compartiendo y entregando su vida por los feligreses.
Su amor por esta tierra fue tan grande que su deseo fue ser enterrado aquí, en
suelo guayanés y que sus contados bienes fueran para la parroquia donde
muriera; en este caso para la Parroquia Sagrada Familia. Estamos seguros que su
muerte, su siembra, debe dar muchos frutos. De hecho ya está produciendo muchos
frutos: nos ha hecho dirigirnos con más sinceridad al Dios Misericordioso, nos
ha unido más y nos ha hecho más conscientes del espantoso crimen de la violencia.
3. - El Padre Esteban es uno de
los 48 habitantes de este hermoso país asesinados cada día, y uno más de los
que mueren cotidianamente en nuestra querida Guayana. No podemos seguir mirando
para otro lado. Todos tenemos que tomar conciencia de que estamos ante una
verdadera guerra civil que está destruyendo a nuestro pueblo, sobre todo a los
más jóvenes.
4. - En los casi 9 años que llevo
como Obispo de esta hermosa tierra guayanesa, llevamos contabilizadas 4.840
madres que han perdido a sus hijos a causa de la violencia. ¡Son miles las
madres que no pueden sonreír porque uno de sus hijos no vendrá a besarla y
abrazarla! Me pregunto si somos conscientes de lo que esto supone para una
madre.
5. - En el 2009 fueron asesinados
16.047 venezolanos. Cada día matan a dos guayaneses, cada media hora un
venezolano. ¡Basta ya! ¡No podemos permitir que esto siga ocurriendo!
6. - El mensaje de Jesús en el
Evangelio es un mensaje de Justicia, Amor y Paz. La violencia es fruto del pecado. Es la ruptura del amor que Dios
quiso desde el principio. Este comportamiento es totalmente
contradictorio con la fe, ya que Cristo nos mandó a amar aún a nuestros
enemigos. El Evangelio nos desafía para que nos abramos a los imperativos
de la fraternidad, la igualdad y la solidaridad de todos y que esto se traduzca
en nuestros comportamientos, así como en las instituciones y estructuras
sociales.
7.- El mundo y el hombre han sido
creados por Dios desde el inicio para la paz. Y es el hombre quien ha
introducido la violencia en el mundo: los relatos de la creación, la caída, el
primer crimen, el diluvio, son otros tantos testimonios (Gen 6,5.11). Por eso,
podemos decir que el hombre es responsable de esta situación y que la humanidad
se encuentra prisionera de una lógica que ella misma ha puesto en marcha y que
la arrastra a donde no quiere ir. A la humanidad se le brinda una salvación (el
relato de la caída termina con la promesa de una salvación: Gen 3,15). Y esta
es la primera originalidad de la Biblia : Dios, por propia iniciativa, decide
instaurar un nuevo orden de justicia y paz en contra del desorden que el hombre
ha introducido y que lo lleva a su pérdida; pero para ello necesita de la
colaboración del hombre (y esta es la segunda originalidad del mensaje bíblico)
: “Te pongo hoy delante la vida y la muerte; escoge, pues, la vida” (Dt 30,19) Así,
para el cristiano, en Cristo ha llegado esa nueva alianza (Ef 2,14). “La paz es el bien mesiánico por excelencia”.
(CEV.- Carta Pastoral sobre la problemática de la violencia y la inseguridad.
2010)
8.- La entrada en la alianza es
la entrada en otra lógica: el “pueblo elegido” debe gobernarse por una lógica
distinta de la del mundo, lo cual no se hace sin combate, o al menos, sin
participación activa de la persona. Esto exige que el hombre use su libertad
para aplicar diariamente la nueva lógica a la realidad, pues no se sale del
círculo vicioso de la violencia de una vez para siempre con la sola
concertación de la alianza en el bautismo: se va avanzando a todo lo largo del
desarrollo de la propia historia. En este sentido, la visión cristiana de la
paz es operativa. No es una construcción intelectual ni se reduce a una serie
de preceptos: tiende a transformar la realidad estructurando la conciencia del
creyente mediante un conjunto de imperativos que han de guiarlo en su
actuación.
9.- Es claro, entonces, el
planteamiento de Juan Pablo II: “No hay orden preestablecido que garantice
la paz…por eso, la mediación del trabajo de los hombres por la paz revestirá
numerosos aspectos en todos los niveles de la existencia humana”.
10. - Como cristianos no podemos admitir esta situación; la repudiamos, y es
esta la causa por la que vale la pena que la sociedad entera, unida al gobierno
busque la solución al problema de la violencia. Como Obispo de esta
Diócesis, junto a los sacerdotes y todos los católicos de Guayana, estamos
decididos a encabezar la respuesta pacífica y evangélica que todos debemos dar
a la violencia y a quienes la practican o alientan.
11.- Esta respuesta que queremos
dar debe comenzar por nuestra oración al Padre Bueno que nos convoca a la
unión, a la solidaridad, al amor, a la justicia y a la paz. Por este motivo,
convoco a todos nuestros fieles a vivir en un “estado de oración” permanente por
la paz y la justicia.
12. – De igual manera exhortamos a
las autoridades civiles de Venezuela a que encabecen una plataforma nacional
unida contra la violencia en la que participen todos los sectores competentes
en la materia. Es una urgencia nacional y por ello debemos estar todos, sin divisiones
ni partidismos. Todos debemos avocarnos a acabar con las causas de la
violencia, que son, entre otras, el desempleo, la falta de oferta educativa de
calidad, la crisis de la familia, la impunidad y la gran cantidad de armas que
circulan en nuestra nación. Debemos iniciar una gran campaña de desarme de
nuestra población.
13. - Como Iglesia, los invito a
todos los bautizados, a aportar todo lo que esté de nuestra parte. En concreto,
los exhorto a profundizar la Campaña de concienciación por la Paz en las
parroquias y centros de estudio y a potenciar la familia cristiana solidaria
como la estructura básica de la sociedad en la que está la clave principal para la solución de la violencia.
14.- Finalmente, invito a todos
los familiares de las víctimas de la violencia
a que se asocien y organicen y, para eso, les ofrecemos la Fundación
“Por la Dignidad Sagrada de la Persona” y una oficina de Atención a las
Víctimas que estamos implementando en la Parroquia San Martín de Porres en
Brisas del Sur.
15. - Ponemos bajo el amparo de
la Inmaculada Concepción del Caroní, Patrona de esta Diócesis, todo este
esfuerzo que queremos realizar a favor de la construcción de la Paz y la
Convivencia.
Con mi bendición,
+ Mariano José Parra
Sandoval
Obispo de Ciudad
Guayana
Ciudad Guayana, 27 de Mayo de
2010
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